jueves, 28 de abril de 2011

En la época del Ni, hay un No... Hugo Filkenstein.

 
No es no y hay una sola manera de decirlo.
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio, escueto.
No.
Se dice una sola vez, No.
Con la misma entonación, No.
Como un disco rayado No.
Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, no es No.
Un no que necesita explicaciones y justificaciones no es No.
No tiene la brevedad de un segundo.
Es un no, para el otro porque ya fue para uno mismo.
No es No, aquí y muy lejos de aquí.
No no deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas, ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo se pongan patas para arriba.
No es el último acto de dignidad.
No es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. No no se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos; ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es No, porque No.
Cuando el no es No, se mira a los ojos y el no se descuelga naturalmente de los labios.
La voz del No no es trémula ni vacilante, ni agresiva, no deja duda alguna.
Ese No no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No puede decir sí.

sábado, 23 de abril de 2011

y que importa si me delato
si expreso lo que siento
si escribo lo que observo y pienso
todo es real, es mio y para mi...

domingo, 17 de abril de 2011

otoño otra vez...

Vuelven las hojas a librarse de sus condescendientes yugos: ramas otoñales y libertarias.
Mantos caducos se crean donde los pies cansados y los ojos tristes reposan.
Vísteme de musgo - susurra el bosque- mientras la melodía de la lluvia se asemeja a una cascada de suave pendiente.

Impaciente me siento por volver a ver paisajes, de ocres pinceladas, que la tierra se reserva en la bodega del tiempo.

Un tiempo para el encuentro, la introspección, el recuerdo...

Ya estoy dispuesta para la lluvia, el silbar del viento; los humedales, la luces que se filtran entre los árboles...
Las emociones, las nieblas, el frío en el cuerpo a pesar de la constante sensación de sosiego…

Otro otoño nuevo, aunque sean los mismos viejos sentimientos...
Los de siempre…
Los que se sientan conmigo al calor de una lumbre en cualquier tarde de fuegos.
Fuegos sobre el horizonte, sobre los labios, sobre el pecho…

Sintiendo que la lluvia se aproxima, que se ocultan los tenues rayos de sol tras los cúmulos del cielo…
Cómo no amar el otoño si, de un año para otro, se me queda enredado, como la hiedra, por dentro…

sábado, 16 de abril de 2011

"…Hoy procura dormir


y te prometo que yo

llegaré hasta allí con los primeros rayos del sol,

y no te despertaré,

querré contemplar tu sueño profundo

y así comprobar que por una vez

está en calma el mundo.

Y por una vez que encuentre el mundo en calma.

Por una vez que encuentre el mundo en calma…"

El mundo en calma. Nacho Vegas.